5 Formas de reducir los riesgos de una inversión financiera

Cuando invertimos en activos financieros, en fondos de inversión en este caso, lo primero que se nos viene a la cabeza es ganar dinero. Sin embargo, igual de importante que las ganancias que aspiramos a construir – para eso invertimos, sin duda – es tomar en consideración los riesgos que vamos a asumir, y procurar minimizarlos. El equilibrio entre ambos conceptos -riesgo y rentabilidad- es el verdadero objetivo de un buen inversor.

Cinco consejos para reducir los riesgos de una inversión


Diversificar en renta fija, a veces, no es diversificar.

Enseñaban en la carrera que, para reducir el riesgo, solo había que diversificar adecuadamente. Llevándolo a lo más básico, se trata de escoger primero acciones que se complementen entre sí – es decir, de empresas que estén expuestas a sectores distintos, de forma que mientras unas aprovechan ciclos económicos expansivos, otras resisten mucho mejor cuando la economía se tuerce. Como las acciones de media tienen una correlación elevada con el mercado (la famosa beta), un portfolio de renta variable tal vez las amortigüe, pero no evitará pérdidas voluminosas cuando estas acontezcan.

Así pues, reza la teoría, debemos construir una cartera que mezcle renta variable y renta fija, principalmente. Sacrificamos un poco de rendimiento, sí, pero a cambio, cobramos cupones de las obligaciones en cartera, y, más importante aún, nos beneficiamos de las apreciaciones que estos activos tienen cuando se interrumpe la bonanza de los mercados. No está funcionando la teoría este año, y difícilmente lo haga.

La renta fija llevaba décadas encadenando subidas de precio, que la habían llevado a niveles poco sostenibles, y a cupones cuasi inexistentes. La retirada de estímulos de los bancos centrales hacen prever que el comportamiento de este activo sea, en el mejor de los casos, muy modesto. El único escenario en que podrían ayudar a las carteras sería en una recesión, que conllevaría incrementos de los spreads de crédito, anulando parte de su bondad.

En resumen, es de esperar que esta vez la renta fija y la renta variable se correlacionen positivamente (es decir, caigan y suban al unísono), y por lo tanto, el sistema “tradicional” de diversificación no funcione. Debemos diversificar, si, pero hay que usar más que nunca estrategias alternativas, con poca correlación con la renta variable (y con la renta fija) que aporten diversificación real, y nos permitan reducir el riesgo agregado de la cartera.

Prepárate para llevar la contraria


Con los bancos centrales en retirada, y los mercados más volátiles de costumbre, resulta tentador vender y esperar a que amaine el temporal. Pudiera parecer lo anterior algo muy sensato, pero creemos que, de hecho, se consigue lo contrario a lo que debiera. Si vendemos cuando el riesgo se incrementa y compramos cuando las cosas se tranquilizan, frecuentemente compraremos caro y venderemos barato, que no parece una gran táctica para obtener buenos rendimientos a largo plazo.

Cree firmemente un servidor que la industria mide mal el riesgo, y lo suele identificar a derivadas de la volatilidad. En realidad, el riesgo “de verdad” es “perder dinero definitivamente”, y suele ser mucho menor cuando todos están vendiendo que cuando todos están comprando. Básicamente, porque el riesgo de perder dinero, cuando compro “barato”, debería ser inferior al de perderlo si compro “caro”, de media. Para nada se sugiere comprar siempre que los demás vendan. Pero suele ser muy rentable aprovecharse de los mercados, cuando los precios descuentan escenarios dantescos, si se dispone del horizonte temporal correcto, y de la paciencia necesaria. Después de la tormenta, siempre sale el sol.

Conócete como inversor para reducir el riesgo de tus inversiones


Lo anterior -aprovecharse de los mercados, cuando llega el momento- es imposible si uno no conoce su tolerancia a la pérdida, la disponibilidad real de lo que tiene invertido, y la determinación a evitar tomar decisiones irreversibles. Es decir, no se puede reducir el riesgo de una inversión financiera si no nos conocemos como inversores. Si sabemos que vamos a vender si las cosas se tuercen, o usamos dinero que podemos necesitar a corto plazo, necesariamente tenemos que tener una exposición al riesgo baja en tiempos normales. Solo así seremos capaces de evitar vender en el peor momento, y, con un poco de suerte, a lo mejor incluso ser capaces de comprar un poquito más, cuando de verdad aparecen oportunidades magníficas.

 

La inflación es el verdadero enemigo a batir


Después de uno mismo, claro está, como se explica en los puntos anteriores, nuestro peor enemigo no es el índice de mercado al que queremos ganar, es la inflación. Piénsenlo bien. Ahorrar es solo “diferir el consumo al futuro”. Nada más. Queremos ser capaces de afrontar imprevistos más adelante, o de pagar nuestros gastos cuando nos jubilemos, o de cubrir los estudios de nuestros hijos. Si dejamos de consumir hoy, lo haremos a los precios “del mañana”. Si la rentabilidad que sacamos a nuestros ahorros es inferior a la de nuestras inversiones, estamos haciendo muy mal negocio. Debemos construir una cartera que reduzca el riesgo a tener pérdidas, por supuesto, pero eso no es suficiente. Tener todo nuestro dinero debajo del colchón nos expone a una pérdida segura – muy abultada en los tiempos que corren, por cierto.

 

Desconfía

Un fondo de inversión es de por sí un instrumento muy diversificado, pero no es cierto que uno esté diversificado solo por estar en un fondo. Se tiene el riesgo del activo subyacente, y el del gestor que toma las decisiones. El mejor gestor tiene sesgos, que dejan de funcionar a veces durante períodos largos. Debemos invertir a largo plazo, y permitir que una determinada estrategia no funcione durante una temporada. Pero es muy útil construir una cartera de fondos de inversión, y no usar solo unos pocos, porque así evitamos que la toma de decisiones de un solo gestor afecte demasiado a corto plazo a la cartera. Desconfíen también de los fondos que tienen rendimientos desproporcionados en periodos cortos de tiempo. Suele significar que se asume mucho riesgo -¡recuerden que el riesgo no se asume sólo cuando los precios caen!-, y que cuando las cosas se tuerzan, las pérdidas probablemente sean abultadas. Es mejor no ser nunca el último, que ser casi siempre el primero (de lo primero es muy difícil recuperarse).



David Macià Pérez
David Macià Pérez
Director de Inversiones y Estrategias de Mercado de Crèdit Andorrà Asset Management, S.A.

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