¿Qué es la volatilidad y cómo afecta a las inversiones?

¿Por qué un fondo de inversión de renta fija es un producto para inversores con un perfil de riesgo más conservador que un fondo de renta variable? Comenzamos este texto analizando esta cuestión a fondo para una mejor comprensión del concepto que nos ocupa hoy: la volatilidad financiera.

En realidad son dos los motivos principales que hacen a la renta variable una inversión con un mayor beneficio potencial, y a su vez un mayor riesgo. Uno de ellos es la volatilidad que presenta este tipo de activos.

La renta fija es un producto que ofrece un rendimiento que se conoce de antemano, además tiene un vencimiento determinado. La renta variable no presenta ninguna de estas dos características. He aquí el primer motivo: La incertidumbre en cuanto a la rentabilidad.

El hecho de que en renta variable el rendimiento a obtener, en concepto de dividendos, sea desconocido de antemano supone que los inversores deben exigir una prima a la rentabilidad ofrecida que compense este riesgo de incertidumbre y exposición a una rentabilidad variable.

También supone que las expectativas en cuanto a los rendimientos a obtener cambien. Una noticia, un nuevo contrato que haga aumentar beneficios, un cambio en las políticas de gestión de la empresa, cambios en el sector, etcétera; harán que los dividendos de una acción no sean los mismos, hasta el punto de poder llegar a ser nulos e incluso negativos (no suelen darse estos casos pero es una posibilidad).

Por ello las acciones (renta variable) se negocian más activamente en los mercados financieros; máxime cuando se trata de un producto que no tiene un vencimiento establecido como los bonos y obligaciones (renta fija). El inversor únicamente puede deshacer su inversión a través de la venta de estos activos.

De esta forma el riesgo de que el precio del activo fluctúe bruscamente es mayor. Es lo que se denomina “riesgo de precio”; a su vez, tiene también mayor capacidad de ofrecer un potencial beneficio. Por ello se afirma que riesgo y rentabilidad son dos conceptos que van unidos de la mano.

Bien, por un lado la rentabilidad en concepto de dividendos es variable y por otra parte el precio es más propenso a cambios debido a los cambios en las expectativas. Este es el segundo factor: Tiene más volatilidad.

¿Qué es la volatilidad?

La volatilidad financiera simplemente es una manera de medir el riesgo. La capacidad que tiene un activo de fluctuar en los mercados financieros y que su rentabilidad cambie (a favor o en contra). Mide las variaciones que afectan a la rentabilidad y/o precio de un activo con respecto a su media en un período de tiempo.

Suele venir expresada como un porcentaje que indica cuánto puede variar la rentabilidad y/o precio de un activo según los datos históricos. Teniendo la media aritmética de las rentabilidades como base.

Cómo se ha explicado anteriormente los activos fluctúan de precio en base a las expectativas de los inversores a futuros rendimientos. Esto hará que un activo sea más barato o caro en un futuro. Por tanto se afirma que el precio de un activo viene marcado por la rentabilidad esperada.

Normalmente se asocia al riesgo (una variación de precios desfavorable), sin embargo también hace alusión a la potencial rentabilidad (variación de precios favorable). Es una medida que tiene muchas implicaciones cuando se analiza un activo (o un mercado). Se toman los datos históricos y se realiza esta medida, para tener bajo control el riesgo de variación de precios y/o rentabilidad que puede presentar un activo, un mercado y hasta una cartera global.

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¿Cómo se calcula la volatilidad?

Bien sea una Bolsa, como conjunto de mercado, o para un activo individual, la volatilidad supone la variabilidad de precios o de rentabilidad con respecto a su media en un período de tiempo determinado. Es simplemente una medida estadística: la desviación típica.

Un ejemplo muy sencillo es el siguiente:

Tenemos dos rentabilidades para un activo (activo A), pertenecientes a dos años:

  • Año 1= 5%
  • Año 2= 5%

La media aritmética es un 5%. Por consiguiente se afirma que este activo ha tenido una rentabilidad media de un 5% en el período de dos años.

Por el contrario tenemos otro activo (activo B), también con dos rentabilidades pertenecientes a esos dos mismos años:

  • Año 1= 1%
  • Año 2= 9%

La media de rentabilidad de este activo para el mismo período es exactamente igual, un 5%. Pero seguro que el lector apreciará la diferencia existente entre uno y otro.

(Nota: el ejemplo se ha realizado con rentabilidades pero se puede realizar también con variaciones de los precios en los mercados.)

Exactamente. Mientras que el “activo A” no tiene volatilidad alguna, puesto que sus rentabilidades no se han desviado de la media; el activo B tiene una alta volatilidad; de hecho si calculásemos la desviación típica de las dos rentabilidades que presenta el “activo B” nos arroja una volatilidad de un 5,65%, frente al 0% del “activo A”.

Esto significa que las inversiones realizadas en el “activo B” tienen un potencial mayor de beneficios y también un mayor riesgo potencial, concretamente pueden sufrir una variación promedio de un 5,65% por encima o por debajo de la media (5%).

Así pues, las inversiones realizadas en el “activo A” no tendrán mayor revalorización que un 5%, pero tampoco existe riesgo de que esa rentabilidad disminuya.

Como se ha ido explicando, la volatilidad puede calcularse sobre rentabilidad total, sobre fluctuaciones de los precios, sobre activos concretos, sobre conjuntos de mercados y  en carteras de valores como conjuntos de activos agregados (la volatilidad de una cartera no es igual a la media aritmética simple de las volatilidades individuales de cada uno de los activos, veremos esto posteriormente).

Como la rentabilidad total se mide teniendo en cuenta la revalorización o disminución en el precio de los activos (no únicamente los intereses o dividendos que nos ofrecen) afirmamos que el riesgo de precios afecta a la rentabilidad de la inversión. A pesar de que el activo no se haya vendido o no tenga intención de venderse. De ahí que se tenga en consideración la volatilidad para medir la rentabilidad y el riesgo total de un activo, una cartera o un mercado.

Únicamente realizando la desviación típica para un período de tiempo determinado se obtiene esta medida de riesgo tan ampliamente utilizada por los inversores.

¿Qué pasa entonces con la renta fija?

Todos los activos que se negocian en los mercados financieros o en una Bolsa organizada fluctúan de precio y, como consecuencia de ello, algo que se compró en el pasado puede tener un precio mejor o peor si decidimos venderlo hoy. Los productos de renta fija están expuestos a estas variaciones (se pueden comprar y vender en un mercado secundario).

Recordemos que la volatilidad financiera es una medida de las variaciones de precios en los mercados, también mide la variación de rentabilidad y, como conjunto, la rentabilidad total. Por tanto, se deduce que la volatilidad de la renta fija es mucho menos agresiva que los activos de renta variable debido a que no está expuesta a tantos cambios en sus condiciones intrínsecas, el rendimiento no varía (intereses fijos) y se conoce de antemano.

Aún así puede presentar volatilidad cuando se produce un hecho relevante en las condiciones de solvencia del emisor o fluctúan los tipos de interés. La diferencia está en que la rentabilidad percibida no cambia (seguimos percibiendo los mismos intereses), lo único que puede variar es el precio y por consiguiente la rentabilidad total. No siendo así en la renta variable, dónde los dividendos no son fijos y por tanto está expuesta a una mayor volatilidad en rentabilidad total (rentabilidad de los dividendos y precios de los activos).

La volatilidad de los fondos de inversión

Los fondos de inversión son patrimonios colectivos gestionados por un equipo profesional. Dicho patrimonio se encuentra invertido en mercados financieros con el fin de obtener una rentabilidad.

Cómo es lógico, el patrimonio de un fondo está expuesto a fluctuaciones en precios (y rendimientos en caso de renta variable), la capacidad de fluctuar con más o menos violencia está medida por la volatilidad.

Esto se traduce en que las participaciones de un fondo cambian de valor, con lo cual la volatilidad de un fondo de inversión viene expresada en el nivel de variación del valor liquidativo de sus participaciones. El valor de las participaciones se calcula diariamente.

Cuanto mayor sea la volatilidad de la cartera global en la que el fondo tiene el patrimonio mayor será la fluctuación de las participaciones del mismo. Es razonable pensar que un fondo de inversión de renta fija tenga menos volatilidad que un fondo de renta variable, y un fondo mixto se encuentre a medio camino entre ambos.

Los gestores de fondos de inversión prestan especial interés a esta medida de riesgo y tienen fórmulas para controlarla, una de ellas es la diversificación.

Incluir en la cartera activos los cuales en su conjunto hagan que la volatilidad se encuentre dentro de unos parámetros definidos es una de las tareas de un gestor. Recordemos que la volatilidad de una cartera no es la suma de las volatilidades de los activos que la componen. Depende de la relación existente entre dichos activos.

Así pues, si por ejemplo un gestor cree que hay una serie de activos dentro de un mercado con grandes potenciales de rendimientos pero supone una volatilidad importante, puede compensar con otros activos que no tengan apenas volatilidad; o bien activos con alta volatilidad y una correlación negativa con los anteriores.

De esta forma se consigue tener un riesgo de fluctuación de rentabilidad de la cartera global controlado según las políticas del fondo que vienen expuestas en su Reglamento y el folleto informativo.

Es por este motivo que la volatilidad financiera es un concepto importante en las inversiones. Se hace necesario conocer la media de las fluctuaciones que presentan los activos en los que se invierte; es decir, la volatilidad. Invertir sin conocer los riesgos es una temeridad. Invertir con un riesgo controlado es invertir de verdad.

La diversificación y una correcta arquitectura de la cartera es una buena forma de tener la volatilidad en niveles adecuados, de tal forma que se asuma el riesgo de fluctuación que decidamos, acorde a nuestro perfil. Sin embargo esta tarea exige tiempo y algunos conocimientos.

Por este motivo los fondos de inversión cuentan con personal cualificado que domina bien las técnicas de construcción de carteras para mantener una volatilidad adecuada a cada perfil de riesgo. Dicha volatilidad viene expresada de forma transparente y clara en el folleto informativo del fondo.

Es una ventaja más de estos productos financieros, la total transparencia que le permite tener presente, incluso antes de invertir, el potencial riesgo de fluctuación de precios en el valor liquidativo de las participaciones del fondo.

Una vez visto el concepto de la volatilidad, cuando a usted le hagan referencia al mismo, puede tener una idea del porcentaje de variación de rentabilidad que puede sufrir (a favor o en contra), basado en datos históricos. A raíz de aquí, usted puede decidir si dicho porcentaje se adecúa a su perfil de riesgo. Recuerde siempre que riesgo y rentabilidad son dos conceptos indisolubles, están directamente relacionados en todo tipo de inversión.

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Juan Puente - CEO
Juan Puente - CEO
CEO y Cofundador de Fondos.com

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