El objetivo de este artículo es configurar una estrategia de inversión para obtener una jubilación de 1.200 euros…
En la actualidad, según los últimos datos de la Seguridad Social (en enero de 2018), la media nacional de las pensiones de jubilación públicas se sitúa en 1.074 euros mensuales. Sin embargo, y sin querer tampoco desconfiar de la garantía constitucional del sistema, se oyen voces que ponen en duda la sostenibilidad del mismo.
Es por este motivo por el que cada vez se hace más necesario complementar la pensión pública con una estrategia de ahorro. Pero ¿Cómo definir la estrategia para conseguir una buena jubilación?
A priori, nos hemos marcado un objetivo mínimo de 1.200 euros al mes. Pero en realidad, podemos conseguir una mayor cantidad mensual si tenemos en cuenta todos los factores que mencionamos a lo largo de este artículo.
Estrategia para conseguir una jubilación de 1.200 euros al mes
Vamos a partir de la hipótesis, para diseñar una estrategia más completa posteriormente, que no existe la pensión pública. Imaginemos que dependemos de nuestro propio capital. También vamos a considerar que el dinero a percibir como renta son los rendimientos por el capital acumulado.
¿Qué debería hacer una persona para conseguir una jubilación de 1.200 euros al mes por sus propios medios?
Conseguir una renta de 1.200 euros mensuales (14.400 euros anuales) y, por ejemplo, con una tasa de retorno anual de un 4%, exige tener un capital acumulado de 360.000 euros.
Para hacerlo un poco más flexible, situaremos la tasa de retorno objetivo (una vez alcanzada la jubilación) en un 5%. Con esta rentabilidad, el capital acumulado necesario para conseguir la renta objetivo sería de 288.000 euros (un poco más fácil de conseguir).
Una tasa de retorno de un 5% se encuentra en la actualidad significativamente por encima de la que reportan los Bonos del Estado. Deberíamos considerar nuestro perfil de riesgo.
Aunque en realidad, la rentabilidad media de los Bonos del Estado en los últimos 15 años ha sido de un 4,61%, así pues, tampoco podremos considerar demasiado arriesgado nuestro planteamiento. Más bien sería apta para para perfiles dinámicos.
De cualquier modo, cuanto menor sea la tasa de rentabilidad exigida, mayor será el capital necesario y mayor será el esfuerzo de ahorro. La estrategia deberá ser más arriesgada.
Existen productos de inversión que permiten obtener tales rentabilidades, con un riesgo asumible (al final de este artículo tienes unos ejemplos). Claro está, tendríamos que enfocar nuestra estrategia a un perfil de tipo moderado con algún tinte agresivo (no es necesario ser un depredador de rentabilidad, pero sí que es cierto que los productos defensivos no nos harán cumplir el objetivo).
Por otra parte, los planes de pensiones, que son productos diseñados para estos fines, son más conservadores. Para obtener nuestro objetivo de renta de 1.200 euros al mes necesitamos una serie de productos más dinámicos y flexibles que los planes de pensiones.
Según un estudio de Pablo Fernández (profesor del IESE), mientras que el Ibex 35 ha ofrecido una rentabilidad anual media entre 2002 y 2017 de un 8,19% (superando con creces la rentabilidad anual exigida en nuestra estrategia), los planes de pensiones consiguieron un pobre 3,03%.
La inflación media durante este período es de un 2,19%. Si hacemos cuentas, la rentabilidad real sería de un 6% para la renta variable y un 0,84% para las inversiones instrumentadas en planes de pensiones.
Está decidido, la inversión debe estar enfocada a una cartera dinámica (la renta variable cumple bien el objetivo de rentabilidad en el largo plazo, incluso con el efecto de la inflación). Necesitamos productos más flexibles y una diversificación adecuada. Un producto más de inversión que de ahorro.
A no ser que el inversor tenga un perfil de riesgo conservador. En este caso debe ser consciente de que necesitará acumular más capital para cumplir el objetivo.
¿Cómo conseguimos el capital necesario?
El capital, si no se consigue por medio de una herencia o cualquier otra circunstancia, deberemos ahorrarlo. Para ello se crearon productos tales como los planes de pensiones, los fondos de inversión y otros instrumentos de ahorro en inversión. Aunque ya hemos visto que algunos de estos instrumentos no ofrecen (de media) una rentabilidad adecuada a nuestras pretensiones en el largo plazo.
En este caso necesitaremos una buena rentabilidad, el capital a constituir para nuestra estrategia es cuantioso (288.000 euros). Además, debemos conseguirlo en un período máximo de 30 años (más o menos, dejamos este horizonte temporal como estándar, aunque percibamos la renta un poco más tarde de la edad de jubilación).
Si decidimos ahorrar con vistas a constituir un capital de 288.000 euros, digamos a 30 años, necesitaremos destinar unos 250 euros mensuales (3.000 euros al año). Con una rentabilidad anual media de un 7% alcanzaremos una cifra superior al objetivo como (304.992,75 €).
Nota: Se han realizado lo cálculos capitalizando las aportaciones mensuales. De modo que se toman 12 períodos de capitalización por año (al final de cada período). Si aportásemos 3.000 euros anuales de una sola vez, al final de cada año, el capital acumulado sería de unos 284.000 € aproximadamente. Queremos expresar con esto que los cálculos pueden variar según se tomen una serie de parámetros, como por ejemplo la periodicidad de las aportaciones o el período de adición a las mismas. Existen diferentes herramientas en la Red para realizar cálculos financieros y la mayoría de ellas arrojan cifras diferentes por estos motivos.
Con un capital acumulado de 304.992,12 € y nuestro 5% de rentabilidad anual tras la jubilación, tendremos una renta de 1.270,80 euros. Encaja perfectamente con nuestra estrategia, incluso no está mal aplicar un pequeño margen de seguridad.
Ahora se plantean dos cuestiones. La primera es destinar de forma constante la cantidad de 250 euros mensuales (o 3.000 euros anuales) al ahorro para nuestra jubilación. La segunda es encontrar el producto adecuado que nos rinda un 7%.
Necesitaremos algo más de flexibilidad, porque reconocemos que el planteamiento es exigente. Sobre todo, para cumplirlo mes tras mes, año tras año. También es cierto que sin un esfuerzo previo no puede existir ningún resultado posterior. Sea cual sea.
Tomemos esta primera estrategia de constitución de nuestro ahorro como la base, a partir de aquí iremos haciendo algunos ajustes para que el ahorro no nos resulte tan complicado y la estrategia sea menos arriesgada. Existen factores a nuestro favor que harán de esta estrategia inicial menos gravosa. Vamos a verlos.
Factores que complementan la estrategia de jubilación de 1.200€/mes
Hemos hecho referencia al primero de los factores en el comienzo de este artículo: la pensión pública complementaria.
En realidad, hemos tomado como base el obtener una renta de unos 1.200 euros tan sólo teniendo en cuenta el ahorro privado. Sin embargo, la pensión mínima en España en 2018 se sitúa en torno a unos 600 euros (para un titular con 65 años sin cónyuge la pensión mínima es de unos 639 euros).
Si tomamos esta cifra de 600 (mínimos) en el cálculo, no tardaremos en observar que el objetivo de renta varía. Por consiguiente, podremos maniobrar con el dinero destinado al ahorro cada mes (o cada año) y la rentabilidad exigida en nuestra estrategia.
Si en lugar de destinar unos 250 euros mensuales a nuestra jubilación, bajamos la cifra a 200 € (2.400 € al año) y exigimos una rentabilidad de un 5% en lugar de un 7%; el resultado sería un capital acumulado de 166.451,73 €. Dejémoslo en 160.000 euros, para hacer números redondos y tener más margen de seguridad.
Este capital de 160.000 € es suficiente para obtener una renta de más de 600 euros complementarios a la pensión pública. Tenemos un mayor margen para diseñar una estrategia de ahorro un poco más relajada.
Pero hay otro factor que no hemos tenido en cuenta hasta ahora: Además de los intereses, podemos retirar capital.
Retirar capital para invertir, ¿sí o no?
El ahorro constituido durante estos 30 años nos genera rendimientos. Hemos estado realizando los cálculos utilizando como renta únicamente estos rendimientos; ni reinvirtiéndolos para generar más capital que, a su vez, produzca mayores rendimientos, ni retirando capital y generando menos rendimientos.
No obstante, podría plantearse el retirar una parte de capital y otra parte de rendimientos. Para hacernos una idea, el cálculo financiero en este caso es igual a como si se tratase de la amortización de un préstamo, con un principal de 160.000 euros y con un 5% de interés compuesto.
Es el sistema de amortización francés. El que se utiliza comúnmente para calcular las cuotas que debemos pagar a una entidad bancaria por un préstamo. Sólo que, en este caso, las cuotas las percibimos nosotros en forma de renta.
En cada cuota hay una parte de intereses y otra de capital, pero la cuota se mantiene constante. Conforme vaya transcurriendo el tiempo, el capital a retirar es mayor y los intereses son menores (se van generando menos beneficios monetarios progresivamente). Podemos realizar este cálculo para un período de 20 años tras la jubilación.
De modo que, realizando el cálculo de la amortización de capital e intereses, a 20 años (tras la jubilación), nos arroja una cuota mensual (que en este caso sería nuestra renta) de 898,91 €. A lo que habría que sumar la pensión pública (mínima de 600 euros).
Simplemente, retirando parte de capital e intereses tendríamos más de lo que necesitamos, si tenemos presente la pensión pública de jubilación como complemento. Pero tendríamos este sistema disponible para un período de 20 años.
Para conseguir mediante esta fórmula una renta privada de 600 euros (aproximadamente); que se complemente con los otros 600 euros de la pensión pública, bastará con tener acumulado un capital de 90.000 euros (que sería posible conseguirlo ahorrando tan sólo 108,33 euros al mes y consiguiendo la misma rentabilidad media de un 5%; durante el mismo plazo de 30 años).
En síntesis, combinando la pensión pública (hemos tomado un mínimo de 600 euros al mes) y realizando la maniobra de retirar capital e intereses (tendremos para 20 años posteriores a la jubilación), nos haría falta un capital de tan sólo unos 90.000 euros. Mucho más fácil de conseguir.
Tenemos definidos los dos extremos de nuestra horquilla para diseñar una verdadera estrategia de ahorro para alcanzar un mínimo de 1.200 euros en nuestra jubilación.
Para ello nos deberemos plantear un horizonte temporal de 30 años, con una rentabilidad que oscilará entre el 5% y el 7%. Tras la jubilación, la rentabilidad mínima debe estar en el 5%.
Pero hay un elemento más a tener presente; uno que juega en nuestra contra: La fiscalidad. Deberemos reducir su impacto en el momento de cobrar nuestra renta.
Importancia del impacto fiscal para conseguir una jubilación de 1.200 euros al mes
A la hora de deshacer nuestra inversión e ir percibiendo nuestra bien merecida renta, llega el momento de pasar por la caja de la Agencia Tributaria. Esto es inevitable. Lo único que podemos hacer es intentar pagar lo menos posible.
Para tener en cuenta el impacto fiscal y que nos supondrá menos renta, hemos establecido una horquilla en el capital necesario y la rentabilidad exigida. En realidad, podemos conseguir una cantidad mayor al objetivo de 1.200 euros. De modo que podamos prever aspectos tales como la fiscalidad.
Dicho esto, se recomiendan siempre dos cosas:
- Establecer un margen de seguridad, para tener en cuenta el impacto fiscal que vamos a tratar en este punto.
- Establecer las rentabilidades más altas al inicio de la inversión e ir bajando poco a poco la rentabilidad objetivo, a medida que el horizonte temporal se agota. En otras palabras, el capital debemos ir ajustándolo. Deberemos tener presente la fiscalidad de los movimientos de capital.
En cuanto al margen de seguridad, el primero que hemos dejado patente es el tomar como base para el cálculo la pensión pública mínima. Normalmente suele ser superior y la renta total a percibir por tanto será superior a 1.200 euros mensuales.
Pero no está de más que el ahorrador se plantee un objetivo medio entre los dos extremos: en cuanto a rentabilidad media anual y en lo referente al capital a constituir. En la medida de sus posibilidades.
Con lo que respecta al tipo impositivo a pagar, tenemos que tener presente la importancia de instrumentar bien nuestro ahorro, no todos los productos financieros tienen la misma fiscalidad.
Por qué los planes de pensiones no son la mejor opción
Si bien, a priori hemos dejado de lado los planes de pensiones en nuestra estrategia debido a que, según el estudio mencionado, no suelen alcanzar las rentabilidades exigidas (de media y en el largo plazo), existe una razón de más peso para descartarlos: Su fiscalidad.
Cierto es que, durante la etapa de aportaciones, o la de constitución del capital, se gozan de deducciones fiscales. No obstante, estas se desvanecen cuando llega el momento de percibir las rentas.
Los motivos son los siguientes:
- La tributación es completa, es decir, se paga por los rendimientos y el capital.
- Las ganancias (que de por sí son mayores al tener lo dicho en el punto 1) se consideran rendimientos del trabajo, yendo directamente a la base imponible general y haciendo que el tipo marginal se sitúe como mínimo en el 24% (si cumplimos nuestro objetivo).
Fondos de inversión: ventajas fiscales
Si, por ejemplo, la inversión se gestiona a través de fondos de inversión, las ventajas son las siguientes:
- Tributamos sólo por los rendimientos generados. Al retirar dinero se venden participaciones, estas participaciones fueron compradas anteriormente; y lo que se tiene en cuenta es tan sólo la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta. Es decir, los rendimientos obtenidos.
- La base generada (menor que en el caso de los planes de pensiones por lo dicho en el punto 1) no va destinada a la base imponible general, sino a la base imponible del ahorro, con tramos menores.
En ninguno de los dos productos se considera un hecho imponible fiscal el rotar el capital. No tendremos que tributar a la hora de gestionar la inversión.
Las inversiones directas en renta variable (que son los principales activos de nuestra estrategia para conseguir las rentabilidades objetivo) no se plantean. Esta estrategia a largo plazo requiere de una cartera bien diseñada y diversificada.
El tener que atender a estos requisitos a través de inversiones directas no es rentable en relación con el tiempo necesario para el inversor medio; sin tener en cuenta los conocimientos que se precisan para construir una cartera bien diversificada, que tenga una rentabilidad adecuada y ajustada al riesgo.
Además de esto, la renta variable tributa cada vez que se obtienen dividendos, minando así nuestra capacidad de generar capital. Los fondos de inversión no tributan hasta el momento de su reembolso.
¿Qué necesitamos entonces para conseguir una jubilación de 1.200 euros al mes?
Sin más dilación, para acometer nuestra estrategia y obtener el capital y (posteriormente) la renta objetivo, necesitamos simplemente fondos de inversión que generen las rentabilidades exigidas.
A estos fondos destinaremos el ahorro necesario, dentro de la horquilla expresada, y con la ventaja de poder rotar el capital de uno a otro sin tener que tributar por ello. Simplemente.
En realidad, la estrategia en la práctica es muy sencilla: Destinar entre 138 euros y 250 euros al mes en fondos de inversión con una rentabilidad mínima de un 5% (ampliable a un 7% durante los primeros años de la inversión).
Podemos crear una cesta global de fondos, para ir ajustando nuestra inversión según vayan evolucionando los mercados, las rentabilidades y los acontecimientos económicos.
¿Qué fondos ofrecen estas características?
Vamos a ver unos ejemplos de fondos de inversión que nos permitirán tener una jubilación de (cómo mínimo) de unos 1.200 euros:
- Pictet-Security I EUR: Fondo de inversión de renta variable global con una estrategia de crecimiento y capitalización flexible. Su tasa de rentabilidad anualizada en los últimos 10 años es de un 14,73%.
- Vontonbel Emerging Markets Equity N: Pisamos el terreno de la renta variable global emergente. Es un fondo bien diversificado y denominado en dólares. Ofrece una tasa anualizada de un 8,77% en los últimos 10 años.
- M&G European Strategic Value Fund Euro C Acc: Entramos directamente en la renta variable europea de gran capitalización. El fondo sigue una estrategia de inversión Value. Su rentabilidad es de un 7,77% (tasa anualizada) en los últimos 10 años.
- Lazard Patrimoine Croissance C: Fondo de la categoría mixtos agresivos. Con un 7,48% de tasa rentabilidad anualizada en los últimos 10 años.
- R Club C EUR: Mixto flexible, denominado en euros. Con una tasa anualizada de un 7,41% en los últimos 10 años.
- Fidelity Euro Balanced Fund Y – Acc – EUR: Este fondo pertenece a la categoría de mixtos moderados. Procura una cartera más equilibrada entre renta variable y renta fija. Su tasa de rentabilidad anualizada en los últimos 10 años es de un 5,65%.
- Morgan Stanley Euro Coporated Bond Fund I: No puede faltar en nuestra cesta un fondo de renta fija como elemento de estabilidad, refugio y mayor diversificación. En este caso se trata de un fondo de inversión de deuda corporativa denominada en euros. El fondo nos ofrece una rentabilidad anualizada de un 5,66% en los últimos 10 años.
- Templeton Global Bond Fund W (acc) EUR: Seleccionamos otro fondo de renta fija, para ofrecer un mayor punto de apoyo. Así como tener otro producto que pueda combinarse en los momentos finales de nuestra estrategia para conseguir una jubilación de 1.200 euros, cuando es necesaria una mayor prudencia. En este caso se trata de un fondo de renta fija global (mayor diversificación geográfica). Invierte en títulos emitidos tanto por gobiernos como por empresas. Ojo, su rentabilidad anualizada en los últimos 10 años es de un 8,64%.
Tenemos una estrategia adecuada para conseguir una jubilación de 1.200 euros mensuales (como mínimo) y una serie de productos financieros que nos permitirán llevarla a cabo. El resto depende de nosotros. Tan sólo se trata de ahorrar e invertir.