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Interés Compuesto | FONDOS.COM

Escrito por Juan Puente - CEO | 10/1/2018

A lo largo de estas líneas veremos qué es el interés compuesto y cómo se calcula. Inmediatamente después aprenderemos como puede ayudarnos mucho en nuestras inversiones este régimen financiero de intereses. Veremos un ejemplo que corrobora la frase de Albert Einstein expuesta y como colofón final daremos unos consejos para obtener la máxima eficacia del interés compuesto en nuestras inversiones.

El interés compuesto afecta (y mucho) a nuestras inversiones, por consiguiente siempre trataremos de hacer de él un poderoso aliado y nunca dejaremos que actúe en nuestra contra. Vamos a analizar a fondo este asunto y marcar las pautas oportunas para obtener el máximo beneficio de esta alianza.

¿Qué es el interés compuesto?

El interés compuesto es la acumulación de intereses al capital, de modo que el capital se hace más grande y a su vez genera más intereses. Si repetimos la operación de nuevo una y otra vez, vamos capitalizando los intereses. Con el paso del tiempo el capital crece de una forma asombrosa.

Por ejemplo, pensemos en un capital inicial de 10.000 euros. Si esa cantidad nos rinde un 5% anual, ¿cuánto capital tendríamos al cabo de 5 años?

Algunos de vosotros habréis contestado 12.500 €. Otros sin embargo, posiblemente con la ayuda de alguna herramienta, habréis calculado que al final de los cinco años tendríamos un resultado de 12.762,82 €. El caso es que ambos tenéis razón.

 

 

¿Cómo calcular el interés compuesto?

En el enunciado no se ha especificado si se trata de un interés vencido que se abonará al final de la operación, o bien mediante pagos periódicos fijos (normalmente anuales). ¿Cuál es la diferencia?

Teniendo un capital inicial (10.000 euros) al recibir un 5% de forma anual y periódica podemos sumar los intereses anuales del primer año (500 euros) al capital, por consiguiente el segundo año ya no tendríamos un capital de 10.000 euros, sino de 10.500 euros.

Si calculamos el interés anual para 10.500 euros, obtendríamos 525 euros. Esa cantidad se sumaría de nuevo al capital y para el tercer año tendríamos unos 11.025 euros. Así sucesivamente hasta el vencimiento de la operación (5 años).

Por el contrario si recibimos el pago al final de la operación. Tan sólo representaría el interés correspondiente al capital inicial, sin tener en cuenta los intereses generados que se han ido sumando y aumentando nuestro capital.

Al tener más capital se generan más rendimientos, ¿cuál es el resultado? Un crecimiento exponencial del capital inicial con el paso del tiempo. En caso de que el interés fuese simple (no se suman nuevos intereses al capital) el crecimiento es una constante lineal.

Para que influya la magia del interés compuesto deberemos recibir pagos (liquidaciones) periódicos y añadir estos pagos al capital (capitalizar los rendimientos). Si no realizamos la capitalización con las correspondientes liquidaciones periódicas de interés obtendríamos como resultado un interés simple.

Para entendernos mejor, nuestro capital crece igual que se reproducen las células. De cada 2 salen 4, de cada 4 salen 8, de cada 8 salen 16, etcétera. Es el mismo fenómeno. El crecimiento celular presenta una función exponencial al igual que el crecimiento del interés compuesto. También se le denomina “crecimiento bacteriano” (las bacterias se reproducen exponencialmente).

El cálculo del capital final con un interés compuesto sería:

Capital final = Capital inicial * (1+interés)tiempo

Dónde el tiempo se expresa en años y la tasa de interés en tanto por uno.

Sin embargo para el interés simple su fórmula es:

Capital final = Capital inicial * (1+interés*tiempo)


¿Por qué es importante en nuestras inversiones el interés compuesto?

Las entidades bancarias saben muy bien la importancia del interés compuesto, por ello en las operaciones de préstamo concedidas a más de un año lo aplican. Pero eso no es todo. El interés compuesto juega en nuestra contra en las operaciones de pasivo (préstamos bancarios), sin embargo podemos hacer que juegue a nuestro favor en nuestras operaciones de activo (inversiones).

El interés compuesto no es ni bueno ni malo. Lo único a tener presente es que se trata de una poderosa fuerza, pudiendo estar a nuestro favor o en nuestra contra. Para beneficiarnos del interés compuesto debemos optar por capitalizar reinvirtiendo los rendimientos de nuestras inversiones. De este modo se produce el efecto de crecimiento bacteriano visto anteriormente.

También podría compararse con el efecto de una bola de nieve que cuando cae ladera abajo se va haciendo cada vez más grande.

Ejemplo práctico con el interés compuesto

Vamos a hacernos una idea más aproximada de lo que representa el interés compuesto para nuestros ahorros. Este cálculo a modo de ejemplo se le atribuye a Charlie Munger, Vice-Presidente de Berkshire Hathaway, empresa que dirige el mismo Warren Buffet y de la que el señor Munger es socio.

Imaginemos que somos los herederos legítimos de Cristóbal Colón, según unas recientes investigaciones sobre su cadena de sucesión. Vamos a heredar su fortuna, que consiste en una inversión de 1 céntimo de euros depositado hace 513 años a un rendimiento del 6% anual.

Si Cristóbal Colón depositase un céntimo de euro (en caso de que en aquella época existiesen los céntimos y no los maravedís) en una inversión que le rindiese un 6% anual y diese orden de sacar los beneficios generados anualmente. Es decir, Colón no capitaliza los rendimientos, por tanto no obtiene los beneficios del interés compuesto. ¿Cuál será el patrimonio a heredar? Pues 513 años más tarde obtendríamos una herencia de 31 céntimos de euro. Este es el resultado de una operación con un régimen financiero de interés simple al 6%.

¿Y si Cristóbal Colón no hubiese retirado los beneficios y los hubiese capitalizado? Pues la misma operación, al mismo plazo y al mismo interés, pero con un régimen financiero de interés compuesto y frecuencia de pago anual (liquidaciones anuales, una vez al año se capitalizan los intereses generados)  ofrecería un resultado de 95.919.936.112,10 euros. ¿Se aprecia la diferencia?

Nuestra herencia nos solucionaría todos los problemas financieros que pudiésemos tener. Es mayor que un premio de la lotería. Esta es la fuerza del interés compuesto. Por esto es importante su búsqueda en nuestras inversiones.

En este caso, el señor Munger expuso este ejemplo debido a que su estilo de inversión (el mismo que su socio Warren Buffett) está basado en el largo plazo (Value Investing). El interés compuesto actúa mucho mejor en estrategias con altas temporalidades. El tiempo es uno de los principales factores, como veremos posteriormente.

Por el momento espero que se haya visto con claridad la importancia del interés compuesto en las inversiones mediante la cifra que heredaríamos si Cristóbal Colón hubiese tomado la alternativa de capitalizar rendimientos, en comparación con la cifra de la misma inversión a interés simple.

¿Cómo podemos obtener el máximo beneficio del interés compuesto?

Para que la operación nos sea cada vez más beneficiosa debemos capitalizar los rendimientos  en lugar de repartirlos y dejar que el interés compuesto actúe a nuestro favor con el paso del tiempo. Para maximizar nuestra inversión debemos jugar con las siguientes variables.

Búsqueda constante de un aumento de la rentabilidad, pero  ajustada al riesgo

Cuanto mayor sea la rentabilidad (interés, dividendo, etc.) mayor será el beneficio en cualquiera de los dos regímenes financieros (interés simple y compuesto), sólo que con un interés compuesto el crecimiento exponencial permite que el capital final sea mayor en un período de tiempo más reducido.

Ahora bien, debemos diversificar, valorar y gestionar el riesgo de forma adecuada. El riesgo es directamente proporcional a la rentabilidad obtenida. No podremos siempre obtener la mayor rentabilidad a cualquier precio. Escoger el producto que ajuste el binomio rentabilidad-riesgo a nuestro perfil es la mejor solución.

Realizar aportaciones periódicas al capital

Cuanto mayor sea el capital inicial mayor será el resultado final de la operación financiera. El interés actúa sobre una base de capital y el realizar aportaciones periódicas multiplicará el efecto del interés compuesto. Cada ahorrador se amoldará a sus posibilidades como es lógico, pero cuanto mayores sean y con mayor frecuencia mucho mejor será para obtener el todo beneficio de nuestro aliado.

El interés compuesto potencia, las aportaciones de capital periódicas multiplican. Si juntamos estos dos factores los resultados hasta podrían asustarnos. Estamos ganando fuerza por partida doble. La bola de nieve se hace más grande, mas nosotros paralelamente la hacemos crecer añadiendo más nieve intencionadamente, cuanta más nieve tenga acumulará más y más nieve.

Para ello es necesario invertir en productos con alta liquidez, que nos permitan aportaciones de capital en cualquier momento de la operación.

¿Nos imaginamos que Cristóbal Colón hubiese aportado un céntimo al año (ya ni hablamos de lo que supondría un céntimo al mes) de forma periódica a su inversión del ejemplo mostrado? El resultado hasta produce espanto (1.790.505.474.092,47 euros).

La frecuencia de las liquidaciones

Si las liquidaciones son trimestrales en lugar de anuales, antes podremos capitalizar los rendimientos y más deprisa actuará la magia del interés compuesto. Si son mensuales mucho mejor.

Cuanto antes se capitalice cada liquidación, antes comienza a producir nuevos rendimientos. Tiene mucho que ver con el factor tiempo que veremos a continuación.

Muchas acciones ofrecen dividendos a cuenta, con una periodicidad trimestral. Un fondo de acumulación de renta variable (existen fondos de inversión de acumulación y de reparto, en función si capitalizan los dividendos e intereses o los distribuyen entre los partícipes)  podrá aprovechar las liquidaciones trimestrales de los dividendos a cuenta para generar más rendimientos.

El plazo de la inversión

Por supuesto el plazo de la inversión es un factor de suma importancia. Cuanto mayor sea el plazo, mayor será el efecto del interés compuesto.

En un régimen financiero de interés compuesto, el tiempo es el elemento que le otorga carácter exponencial. Si miramos la fórmula, vemos que es el exponente de la potencia.

El tiempo es el ingrediente que le ofrece al interés compuesto su idiosincrasia, es necesario dejarlo actuar. Para ello, las inversiones a largo plazo o aquellas que no tengan vencimiento (sobre todo renta variable), son las ideales.

Existe un cálculo sencillo para saber rápidamente el número de años que tardaremos en doblar nuestro capital a un determinado tipo de interés compuesto: La regla del 72.

Si dividimos 72 entre la tasa de rentabilidad en un régimen de interés compuesto nos dará de una forma muy aproximada el número de años necesarios para que el capital inicial sea el doble.

Por ejemplo, con una tasa rentabilidad de interés compuesto de un 6% tardaremos 12 años para que nuestro resultado (capital final) sea el doble del capital inicial (72/6=12). Si realizamos nuevas aportaciones al capital inicial de forma periódica el tiempo será mucho menor, tal y como ya hemos podido comprobar anteriormente.

Aprovechar los diferimientos fiscales

Si tenemos que tributar por la tenencia de la inversión o bien por las liquidaciones periódicas de  los rendimientos, no podremos aprovechar todos los beneficios del interés compuesto.

Pongamos un ejemplo, un depósito bancario tiene unas retenciones de un 19% en cada liquidación periódica de intereses. De este modo estamos perdiendo un 19% de capitalización de rendimientos.

Este hecho supone una pérdida de beneficio importante si tenemos en cuenta todo lo visto en cuanto al potencial crecimiento de la cantidad retenida.

Por el contrario, un fondo de inversión no tiene retenciones ni ningún tipo de tributación por su tenencia (ni tan siquiera traspaso). Tan sólo se tributa en el momento del reembolso definitivo.

En síntesis, para conseguir que el interés compuesto en nuestras inversiones sea eficaz necesitamos:

  • Un producto con una buena rentabilidad ajustada al riesgo
  • Que no tenga un vencimiento concreto  como pueden ser los depósitos o la renta fija (o bien que sean a largo plazo)
  • Con una alta liquidez que nos permita realizar aportaciones periódicas
  • Que aproveche la mayor frecuencia en la capitalización de rendimientos
  • Fiscalidad atractiva, sin retenciones o tributaciones que nos resten posibilidad de capitalizar el 100% de las liquidaciones periódicas.

Uno de los muchos fondos de acumulación que existen en el mercado que cumple perfectamente con estas características.