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¿Renta fija o variable? | Dónde invertir | FONDOS.COM

Escrito por Juan Puente - CEO | 28/8/2019

Según cuáles sean tus necesidades puedes decantarte por la renta fija o variable, en mayor o menor medida. Pero, ¿cuáles son las claves para escoger?

Pongámonos en el papel de un banco, alguien nos solicita un préstamo y nos abona una serie de intereses periódicos por ello. El interés a pagar está determinado de antemano, por lo tanto, la rentabilidad que recibimos por prestar ese dinero es fija. Así funcionan, más o menos, los activos de renta fija: Son activos de deuda, que tienen un vencimiento y ofrecen una rentabilidad constante hasta su vencimiento.

Ahora, supongamos que somos socios de una empresa, nos corresponde una parte de los beneficios de la misa, en proporción a la parte de capital que nos pertenece. Como es natural, los rendimientos a obtener dependen de los beneficios que el negocio sea capaz de conseguir. Esto supondría una inversión en renta variable: Son activos que no tienen vencimiento (aunque se pueden vender en un mercado secundario), representan una parte del capital de una compañía y la rentabilidad es variable, es decir, depende de los beneficios obtenidos por la empresa.

La pregunta es la siguiente: ¿Qué tipo de inversión nos es más conveniente, renta fija o variable? Todo depende del riesgo que estemos dispuestos a asumir, nuestros objetivos de inversión y la estrategia que llevemos a cabo para cumplirlos. En otras palabras, la elección depende de las necesidades del inversor.

¿Cuáles son las diferencias entre la renta fija y variable?

Se presupone que los dos tipos de inversiones gozan de liquidez, puesto que suelen cotizar en mercados secundarios y los inversores pueden comprar y vender títulos sin que les suponga un inconveniente.

Existen títulos de renta fija que son más líquidos que otros, por ejemplo, los bonos del Estado Alemán tienen más compradores y vendedores (volumen de negociación) que los bonos emitidos por una empresa pequeña. Lo mismo sucede con las acciones (activos de renta variable), no tienen la misma liquidez las acciones de Iberdrola (empresa perteneciente al Ibex 35) que las acciones de Euskatel.

Podemos concluir que la liquidez depende del emisor del activo, pero no gozan de mayor liquidez los activos de renta fija por el simple hecho de pertenecer a esta naturaleza, tampoco los de renta variable. La diferencia fundamental entre ambos tipos de activos reside en su rentabilidad y el riesgo asociado, no en su liquidez.

Si obtuviésemos la misma rentabilidad por un activo de renta fija y otro de renta variable, escogeríamos la renta fija; ¿por qué?

Como es natural, la renta variable representa más riesgo, debido a la incertidumbre a la hora de conseguir rentabilidad. Esta incertidumbre también se hace notar en la cotización de los activos en el mercado, la renta variable suele ser más volátil.

Por ello, los inversores exigen que los rendimientos sean superiores en la renta variable o canalizarán su dinero hacia los títulos de renta fija. Este plus de rentabilidad se denomina precisamente “prima de riesgo”.

Así pues, las conclusiones que obtenemos son las siguientes:

  • La renta fija es menos rentable, pero más estable.
  • La renta variable aporta mayor rentabilidad, pero tiene más riesgo.

¿Cuáles son nuestras necesidades? ¿Más rentabilidad? ¿Un menor riesgo? Entre todo el universo de activos, de ambos tipos, podemos configurar una cartera adecuada que se adapte a nuestra estrategia de inversión y nuestro perfil de riesgo.


Renta fija o variable: ¿Dónde invertir entonces?

Lo primero que debemos tener presente es el riesgo que estamos dispuestos a asumir. Este factor marcará las directrices de nuestra estrategia de inversión. ¿Qué tipo de inversor eres? ¿Estás dispuesto a asumir una volatilidad de un 10%? ¿Y un 20%?

Invertir en renta fija

La renta fija está pensada para los inversores más conservadores, representa poca rentabilidad y mayor estabilidad. Sin embargo, de nada nos servirá obtener una rentabilidad inferior a la inflación, aunque no represente riesgo alguno; en términos reales estaremos asumiendo pérdidas. El riesgo de inflación siempre está presente y toda inversión debe tratar de superarlo.

Lo que determina la rentabilidad que nos ofrece la renta fija son los tipos de interés oficiales, a su vez, estos se establecen en función de la inflación (son una herramienta para controlar la inflación). En momentos en los que los tipos de interés se encuentran bajos, los activos de renta fija no suelen ofrecer buenos rendimientos; y viceversa.

Para conseguir rentabilidades superiores a la inflación, podemos jugar con ciertas variables:

  • Escoger activos de renta fija de mayor riesgo de crédito (emisores con menor solvencia y mayor riesgo de impago).
  • Escoger activos de renta fija de mayor duración (más sensibles a las fluctuaciones de tipos de interés y cambios en la inflación).
  • Incorporar a nuestra cartera de renta fija algunos activos de renta variable.

Invertir en renta variable

El enemigo número uno de la renta fija es la inflación (además de que se materialice el riesgo de crédito y el emisor incumpla sus obligaciones de pago).

Supongamos que el IPC anual se encuentra en un 2%. En este momento, invertimos en activos de renta fija que nos rinden un 3% anual. ¿Qué pasaría si la inflación sube hasta el 3%? Sencillamente estamos obteniendo una rentabilidad real nula.

Los activos de renta variable, por el contrario, son menos sensibles a la inflación. Las acciones representan partes del capital de una empresa y la empresa tiene activos reales (en mayor o menor medida) que son inmunes a los cambios inflacionarios. Aunque depende de la empresa en sí misma y el sector económico en el que se desenvuelva, las acciones no se dejan intimidar por una subida de precios.

Lo principal para invertir en renta variable es tener presente que este tipo de activos fluctúan en los mercados secundarios con mayor violencia. Podemos obtener una mayor rentabilidad por ello, pero también representa un mayor riesgo.

En cualquier caso, se ha demostrado que la renta variable es el tipo de inversión que mejor se comporta en el largo plazo. Por consiguiente, no es mala decisión incorporar una parte de estos títulos a nuestra cartera de inversión, siempre controlando el nivel de riesgo asumido.

Lo cierto es que las inversiones en renta variable son mucho más versátiles, existen numerosas estrategias y una disparidad de activos de esta naturaleza, con características y riesgos diferentes.

Un ejemplo de ello es la inversión en empresas estables, de gran capitalización y un historial de dividendos constantes. Este tipo de estrategia es una de las que menor riesgo presenta y mejores resultados ofrecen, siempre y cuando el inversor sepa escoger las compañías adecuadas. (Puedes obtener más información sobre invertir en dividendos en este artículo: Invertir en dividendos. Todo lo que debes saber).

En contraposición a una estrategia de renta variable conservadora, podemos optar por empresas de pequeña capitalización, aquellas que tienen un gran potencial de crecimiento, pero que presentan un riesgo mayor por ser más inestables.

En muchas ocasiones, los inversores incorporan a sus carteras activos de renta fija, como inversión minoritaria, para dotarlas de estabilidad y reducir el riesgo.

Conclusiones

Dependiendo de tus necesidades como inversor en cuanto a rentabilidad y riesgo, puedes optar por una cartera en la que la renta fija o variable esté más o menos presente.

No se pueden dar unos porcentajes fijos, puesto que depende de la coyuntura macroeconómica, la situación de los mercados y las características específicas de cada inversor. Sin embargo, esquemáticamente, se podría indicar lo siguiente:

  • Para inversores conservadores: 80% renta fija; 20% renta variable.
  • Para inversores moderados: 50% renta fija; 50% renta variable.
  • Para inversores dinámicos: 25% renta fija; 75% renta variable.

Por ejemplo, en un fondo de inversión de la categoría de renta variable, los gestores tienen potestad para invertir hasta un 25% en activos de renta fija, dependiendo de cómo se desarrolle la economía y los mercados. También podemos optar por los fondos mixtos para combinar ambos tipos de activos.

En síntesis, invertir en renta fija o variable no debería quitarnos el sueño si tenemos claro nuestro perfil de riesgo, la estrategia y confiamos la composición de la cartera a un gestor profesional, a través de un fondo de inversión de renta fija, renta variable o mixto.